La carga repartida...
Irónicamente dicho y en vista de lo visto se me hace un nudo en el estómago.
¿Cuál es el destino de esta vía por la que transitamos en este país?, esta senda que seguimos -aunque a algunos nos pese- ¿a dónde nos conduce?. Yo tengo la impresión de que es una vía muerta que no nos acerca a ningún sitio, páramo perdido. Tal vez la nada sea el mejor lugar donde cubrirnos con el polvo del olvido y puede que eso sea lo que verdaderamente nos merezcamos, aunque en mi interior y por lo que todavía queda de aquel espíritu empecinado que cargaba en mi juventud sueño conque esto ha de acabar en mejores parajes, más amables con nosotros mismos.
Todo empieza cuando uno se acostumbra a mirar de lado... a no ver lo que es visible y no oir lo que es audible, es como si la luz del sol te cegara la visión pero es la propia vergüenza la que te deslumbra y te hace pestañear.
Me he enterado por los diarios de que ha muerto una persona de tuberculosis porque no se le ha querido atender como se debiera... la excusa: era un inmigrante sin papeles y no tenía el suficiente dinero para algunas de las pruebas que necesitaba. Murió en su "casa" y lejos de su hogar, desgraciadamente como muchos otros en el mundo, pero me indigna que aquellos que piensan y dicen de nuestro país las maravillas del primer mundo que se supone que disfrutamos luego se olviden de estos retazos de pelusas y barreduras que escondemos bajo las alfombras. !Cuanto hemos cambiado¡. Hasta no hace mucho nos enorgullecíamos de nuestro sistema sanitario universal que era la envidia de medio mundo y la esperanza del otro medio. Hoy no me parece que deba uno sentirse muy orgulloso de nada porque mientras que unos (trabajadores todos) se esfuerzan en proporcionar una buena asistencia a todos los dolientes y usuarios hay otros (en su mayoría gestores) que se aferran a la más ecuménica de las concepciones mercantilistas para hacer negocio con lo inevitable obviando si hace falta lo evitable por poco improductivo, tanto tienes tanto vales... no tienes pues no existes.
Parecen palabras fáciles desde la distancia y también es verdad que en cierta medida nos sentimos desplazados por la inexorable frialdad de las circunstancias y algunos pareciera que deben ser los primeros que sobran del sistema (nosotros no, claro, somos los nacionales) pero olvidamos de donde venimos quizás por temor de vernos enfrentados a las fotografías en blanco y negro (la mayoría con grano) de nuestros propios abuelos y bisabuelos apiñados en aquellos tristes barcos que les alejaban del piélago de la miseria, o que apretujados en aquellos vagones de madera y hollines de tristeza se arrastraban hacia montañas lejanas y lluvias extranjeras de una otra Europa.
Ahora son tiempos difíciles, es cuestión de supervivencia ¿verdad?. Son ellos o nosotros. Sentimos el lastre de la miseria que nos aferra por los tobillos y nos liamos a dar patadas o todo cuanto se encuentre debajo de nuestra línea de flotación...
O eso nos decimos para intentar calmar nuestra vergüenza y acallar nuestra conciencia... y así vamos perdiendo el sentido que nos condujo hasta aquí, retomamos el sendero de nuestra historia de fajines y encapotados, barbudos, huraños, con el olor del camino en los sobacos, la camisa sucia y dispuestos a liarnos a navajazos al menos atisbo de altercado.
¡Cuánto hemos cambiado!.
Hay montones de razones por las que gritar, momtones de motivos por los que cabrearse y pelear, pero... volvernos enemigos de nosotros mismos no nos ayudará a salir adelante, los culpables no se mueren sólos en una habitación lejos de su familia y el más triste de los olvidos... lo hacen en cómodas camas de habitaciones calientes y acompañados de familia y amigos anunciándose con ostentosas esquelas... y en sus ventanas nunca hay barrotes...
Saludos.
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