lunes, 18 de marzo de 2013

Cuando sople el huracán

Cuando sople el huracán y te arrastre hasta gritar
No te asustes porque estoy detrás de tí
y aunque no me puedas ver piensa en mí y allí estaré
Cuando apriete con violencia el vendaval
Asustando al huracán
Revolver, Asustando al Huracán

Hola, para momentos bajos:




Cuando comencé con esta experiencia del blog (hace muy poco) pensaba en que el efecto de la suma de voluntades "airadas" -permíteme la licencia- formaría un huracán de cambios.

Es la suma de todas las penitencias individuales lo que nos proporcionaría la expiación colectiva.

En otras palabras el cabreo de todos juntado para conseguir la transformación de una sociedad que se ha fraccionado en diminutos fragmentos individuales incapaces de solucionar algo más que su propia soledad y urgida por remedios más globales.

Cada gota colmando su baso.

Cada baso colmando su botella.

Cada botella colmando su manantial.

Cada manantial su río.

Cada río su lago o su océano.

Vamos generando inundaciones sociales.

Esa era la idea.

También añadí el viento que nace como un hálito y va creciendo transformándose en una brisa ahora, un ventarrón luego, una tormenta después y un huracán al final.

Un huracán de protestas para un mar de soluciones.

Sin embargo... no había pensado en esos otros huracanes pequeñitos que nos azotan a las personas normales.

Cuando estamos tristes o enfermos, cuando la desesperación nos abate en pleno vuelo y la desolación vela nuestros ojos enturbiándonos la mirada.

Estos como no son colectivos a los que no los sufrimos se nos antojan simples ventolinas que nos revuelven el pelo al pasar a su lado... si es que consiguen hacerlo.

Hoy lo he visto.

En el rostro de una buena amiga, mi anfibio anuro particular.

Seguro que el motivo no sería tan importante como el rescate de Chipre, ni la guerra de Siria, ni la hambruna del post anterior... pero se la veía abatida.

Te diré que yo sí conozco la causa pero no es este el lugar más indicado para hacer mención de ella, y te diré amiga mía (si es que llegas a leer esto), que cada día pasa algo diferente en nuestras vidas y un mal día lo tiene cualquiera... o dos también... y un año si fuere el caso... pero siempre sale el sol cuando amanece.

Es bueno que juntemos las voces para reclamar justicia mundial y todo eso.

Pero hoy sólo quiero dar una palmadita en la espalda a mi amiga.

Para acabar y siguiendo la dinámica del curso una canción que siempre me alegra el día y no sé bien por qué. Espero que a tí también.









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