Vamos de año en año, menuda aventura.
Ya hemos crecido un poco más y no siempre para mejor.
Estoy, amigo, un tanto desconcertado. Qué pensar en días como estos cuando acabamos de salir de un proceso sufragista para volver a caer en un estado de política obtusa.
Durante unos días nos han vendido un modelo de democracia participativo donde nuestro voto decidia en la medida de lo posible. Ahora, ya ejecutado tan loable derecho, ¿nos enfrentamos a la verdad triste y terrible de que nuestro voto es solo una caricatura de voluntad popular?.
¿Existe democracia a la carta?.
¿Es esa "voluntad popular" soberana?.
Siguiendo los pasos de esta ya no tan joven democracia que se ha instalado a vivir en mi país y escuchando a algunos de esos dirigentes políticos expresar sus opiniones sobre los resultados electorales me siento cuando menos incómodo (por no decir algo más fuerte), argumentaciones dirigidas a menospreciar el voto ejercido y a ridiculizar al electorado cuando su postura nos es contraria o nos incomoda y justificando el fracaso propio en la estulticia ajena o la desestabilización programada.
Resulta que ahora la Constitución hace aguas porque es cosa de fe (piedra inamovible de la cultura política carpetovetónica y polvorienta), se debe creer en ella o se es un hereje condenable a la hoguera por las vanidades políticas.
Leyes inmutables según algunos que luego ellos mismos retuercen por las costuras de su articulado hasta distorsionar los contenidos a voluntad.
¿Desde cuándo la mayoría absoluta es más democrática que sentarse a debatir entre los elegidos para formar un gobierno acorde al consenso?.
¿Debe predominar el pensamiento único al colectivo y lo que diga un solo ente social apartar todo lo que se podría crear basándose en el aporte de todos los grupos de la sociedad?... vamos que lo que uno dice es ley para todos.
No sé de que puede servir un gobierno que controla al pueblo en lugar de que el pueblo controle al gobierno a no ser que se pretenda una dictadura, esto me hace recordar tiempos pasados de absolutismos sea cual sea su género; es más fácil gobernar, lo sé, teniendo todos los puntos a favor de uno mismo y no dependiendo de la capacidad de negociación con otros, por imposición; también entiendo que es fácil caer en la tentación de repartir beneficios entre socios coyunturalmente interesados obviando todo lo demás y haciendo medra del oficio político, es un riegos que asumimos todos los que nos sentimos "demócratas" y parece ser justificación para que los otros "¡demócratas!" demanden a voz en grito formaciones de mayoría absoluta o casi.

Un programa electoral no es cualquier cosa, es un compromiso con los ciudadanos que le dan su apoyo por lo que su incumplimiento es un engaño, una estafa que debería acarrear una condena social, sí, pero también administrativa, lo que ocurre es que también es papel mojado y ya nadie responde de sus palabras y se miente a espuertas para rentabilizar votos a paladas.
Los ciudadanos, asociados o no, no pueden desestabilizar una país que no es más que la suma de los mismos, son los gobiernos tendenciosos y manipuladores los que si lo pueden hacer torciendo las leyes e imponiendo los criterios y valores propios como si fueran sacramentos incuestionables (por eso lo de la fe).
Todos somos conscientes que esa religión no es cuestión de consenso sino de imposición, ni de elección sino de caciquismo y los garantes de que eso no ocurra miran hacia otra parte encerrándose en pliegos y pliegos de palabras y legalismos acartonados a modo de coraza y bunkerizan la "Justicia" o la secuestran.
El pueblo (¿qué es eso?) se siente indefenso porque le han engañado y le acallan con palos, prisiones y amenazas mientras por las puertas traseras de los juzgados se evaden los ¡supuestos! ilustres delincuentes con prescripciones, indultos y otras patrañas de la telaraña judicial, añagazas todas para cubrir las espaldas de propios y amigos.
No sé si es que estos zapatos me están pequeños o que tengo los pies torcidos.
Nos vemos.